Si no entendemos nuestra existencia,
si no tenemos objetivos, podemos perjudicar a quienes nos rodean y a nosotros
mismos. Si no sabemos cómo identificar «lo realmente importante» cuando algo va
mal, no podremos reaccionar de forma adecuada ante los acontecimientos o las
personas presentes en nuestra vida.
Un hombre llamado Philip me contó
una vez que podría haber seguido felizmente casado de haber tenido más claro
cuál era su objetivo y a qué lugar pertenecía. Se había sentido frustrado
durante años, y su infelicidad crónica le suponía tanto esfuerzo a su mujer que
al final ella lo dejó. Sin embargo, incluso tras el divorcio, Philip fue
incapaz de hacer los cambios que necesitaba en su vida personal y profesional.
«El problema del cambio —me dijo Philip— es que uno sólo no es suficiente. Una
vez que empieza el proceso, no se puede parar.»
--Caroline Myss, "El Contrato
Sagrado"
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